Fuente: Ximena Peredo
19 Nov. 07
La historia se repite, dice Andrés Manuel López Obrador mientras en escena aparece un Manuel Bartlett de cabello negro, diciendo que las elecciones de 1988 habían sido impecables; un Carlos Salinas de Gortari, recién nombrado Presidente, que sale en automóvil a simular que saluda al pueblo ondeando su brazo, aunque no haya nada más que soldados rodéandolo.
Después de ver "Fraude. México 2006" me queda claro que sí, que aunque los nombres cambian, la historia sólo se rebobina.
La herida se reabrió en la sala de cine. Julio de 2006 fue una tempestad que ahora reconozco mucho más violenta de lo que entonces pude ver cuando participé como Consejera Electoral del Distrito 01 de Nuevo León. Yo era de quienes creían que había existido un fraude, pero no en el día de la jornada electoral, sino antes de él, cuando Vicente Fox, el Consejo Coordinador Empresarial, Televisa, TV Azteca, Emmanuel y Chespirito, entre muchos más, tejieron una campaña de desprestigio, dolosa y maquiavélica, en contra de AMLO. Tuve mis dudas sobre el IFE, pero las dejé pendientes.
Quienes al principio planteamos la posibilidad de un fraude, fuimos tratados como los locos del barrio; cuando pedimos un recuento de votos a favor de la certeza, fuimos tachados de perredistas; violentos, radicales, malos perdedores, flojos, ilegales, mareados y muchos más apelativos cayeron sobre nosotros por el simple hecho de cuestionar la limpieza de una elección, cuando justamente en México, elecciones limpias es de lo que menos hay.
AMLO hablaba de un fraude desde el IFE, pero nunca presentaba pruebas contundentes, al menos no en los medios de comunicación. Luego todo sucedió vertiginosamente: el plantón, el fallo del Trife, la toma de protesta en dos minutos de Calderón y la del "Presidente legítimo" en el Zócalo. Me sentí lejana al movimiento de resistencia, sus consignas ya no eran mías; yo necesitaba razones y menos emociones para mantener mi indignación. Entonces me metí a mi casa, completamente harta y confundida.
La película de Luis Mandoki es un documento histórico, sumamente doloroso. Recoge las estampas más importantes sobre el prefraude, el fraude y el postfraude. En una pantalla de cine, un año y medio después, comencé a entender aquella tempestad de julio de 2006, una que se robó la certeza, la imparcialidad y la objetividad; una tempestad dramática, que mientras a algunos destrozó, otros ni siquiera la vieron caer.
Después de ver la película, reconsidero mis dudas sobre el IFE. Lamento que haya caído en manos de Luis Carlos Ugalde y que hasta el final hayamos respetado la serie de sandeces que hizo con el Instituto. Por un respeto mal entendido hacia el organismo electoral, otorgamos el beneficio de la duda a un personaje oscuro, protegiendo todo lo posible la legitimidad que el IFE había ganado con José Woldenberg al frente. Pero nos equivocamos. Lo único que pasó es que vimos, respetuosamente, cómo Ugalde y su tripulación estrellaron nuestro mejor barco.
Aparecieron en pantalla, cínicos, Felipe Calderón, Manuel Espino, Vicente Fox, Elba Esther Gordillo, con declaraciones absolutamente demoledoras para la vida democrática del país. Por eso, cuando acabó el documental y las luces se prendieron, entendí que el fraude electoral del 2006 no es más que un vagón del tren que se llama fraude político en el que la ciudadanía sigue viajando como pasajeros de tercera clase, viendo desde las ventanas que la historia se repite, aunque los personajes que viajan brindando en primera clase cambien cada seis o tres años.
Los convencidos de lo que pasó en las elecciones del 2006 son una minoría; para ellos, el documental no tendrá mayor valor, pero para todos los que nos quedamos con una duda en el estómago, el documental es una pieza imprescindible. "Fraude. México 2006", puede ayudar a la reconciliación nacional, esa que todavía nos debemos entre ciudadanos.
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Del autor de este blog:
Vale más fracasar honradamente que triunfar debido a un fraude.
Sófocles
lunes, noviembre 19, 2007
Fraude y tormenta
Categorías: política
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