miércoles, octubre 01, 2008

Necrológicas como indicador de importancia cultural

Toño del Barrio

Se dice a veces que la longitud, la posición y la calidad de un artículo necrológico en un periódico es un buen indicador de la importancia que el medio da al personaje.
Yo lo tenía claro desde octubre de 1984. El día 21 de ese mes falleció François Truffaut. Las personas de mediana edad saben perfectamente quién fue: uno de los más carismáticos directores de cine franceses, uno de los teorizadores y principales representantes de la Nouvelle Vague.

Al día siguiente “El País” le dedicaba parte de la portada, y tres artículos amplios, que ocupaban, creo recordar, tres páginas. El día posterior todavía se le dedicaban tres artículos más.

El día anterior, 20, había fallecido Paul Dirac. Quizás, y eso sería la mejor prueba de lo que estoy diciendo, muchos no conozcan quién fue Dirac. Se trata de uno de los físicos más brillantes de toda la historia. Su contribución más conocida, y no la única, la que debería haber hecho que toda persona culta conociera su nombre, es que fue la persona que inventó la antimateria. Y digo “inventar” porque no se trató de un descubrimiento de laboratorio. Descubrió su existencia a partir de la elaboración de un modelo teórico, cuando se dio cuenta de que su teoría funcionaba también para partículas que tuvieran algunas características cambiadas frente a las conocidas. Su golpe de genialidad, simplificando un poco, fue pensar qué pasaría si se tomase el valor negativo al hacer la raíz cuadrada. Sólo unos años después se descubrieron las partículas. No
se puede realzar lo suficiente el descubrimiento de Dirac. Incluso en la cultura popular, cuánto juego ha dado la antimateria. Pero es que tecnológicamente, en medicina y muchos otros campos la antimateria se emplea ya de forma cotidiana.

Y ese es sólo uno de los méritos de Dirac. Se cuentan cientos de anécdotas sobre su brillantez. No hay más que decir que aún hoy es la segunda persona más joven en haber recibido el Premio Nobel, a los 31 años. Pero es que además se puede decir que era un artista, cuyo arte eran las matemáticas: es característica su frase de que lo más importante de una teoría científica es que sea bella.

Pues bien, como decía, Paul Dirac falleció el 20 de octubre de 1984. La noticia el “El País” apareció el día 24, y se limitaba a un párrafo. Es verdad que dos semanas después aparecía un segundo artículo, bastante soso, por cierto.

Pero la desproporción es tan colosal, que incluso una carta al director de un lector lo hacía notar unos días después.

No voy a despreciar la contribución cultural de Truffaut. Yo mismo recuerdo varias de sus películas, aunque me da la impresión de que ya ha pasado su tiempo, y que las nuevas generaciones no le conocen; sus filmes se emiten en horas o lugares de cinéfilos. Sin embargo, la ecuación de Dirac se recordará dentro de muchos, muchos años, incluso cuando la gente no recuerde ni lo que era el cine, y mucho menos el cine francés de los 70.

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