sábado, febrero 05, 2005

El gen de la creencia

El lenguaje convierte a la experiencia indirecta en la principal fuente de creencias en los humanos, desplazando a la experiencia personal. El poder del lenguaje se vio enormemente ampliado por la invención de la escritura, y sigue ampliándose con cada nuevo avance en la comunicación, desde la imprenta hasta Internet. Ahora, las creencias pueden difundirse por todo el mundo con el centelleo de unchip de ordenador. Por desgracia, eso mismo que nos permite aprender de los demás también nos expone a ser manipulados por ellos.
Los niños poqueños están especialmente abiertos a nuevas creencias, aceptando sin preguntar cualquier cosa que les digan los adultos. Su máquina de creencias funciona sin restricciones, hallando pocas creencias previas que contradigan lo que se les dice. Para un niño pequeño, que debe aprender rápidamente que las estufas queman y los perros extraños muerden, este tipo de credulidad es importante para la supervivencia. Sin embargo, puesto que las creencias infantiles no forman parte de una red de creencias interrelacionadas, los niños parecen capaces de desecharlas casi con la misma facilidad con que las adoptan. Las historias fantásticas sobre Papá Noel y los cuentos de hadas, que se aceptan de manera totalmente acrítica, se abandonan del mismo modo cuando alguien -a menudo un copañero de clase- nos explica que, en realidad, la cosa no va así. Tampoco parece que los niños alberguen dudas acerca de otras cosas que se les han enseñado por el hecho de que la historia de Papá Noel resulte no ser cierta.
A medida que aumenta nuestro archivo de creencias los conflictos con las creencias existentes se hacen cada vez más probables, y las dudan comienzan a manifastarse. Cuando el niño llega a la adolescencia las creencias tienden a incorporarse a una matriz aislante de creencias interrelacionadas. El proceso de generación de creencias se hace claramente asimétrico: la máquina genera creencias mucho más fécilmente que las elimina. Una vez que las personas se convencen de que la danza de la lluvia hace que llueva, seguirán sin perder su creencia incluso en los años que persista la sequía. Lo más probable es que lleguen a la conclusión de que han perdido el favor del Dios de la Lluvia, y quizás añadan un sacrificio humano al ritual.
El resultado es que la mayoría de nosotros acabamos teniendo creencias que se parecen mucho a la de nuestros padres y a las de nuestra comunidad. De hecho, la sociedad suele considerar una virtud la adhesión a ciertas creencias a pesar de las evidencias en sentido contrario. La creencia en aquello que niega la razón se asocia a la resolución y al valor, mientras que el escepticismo se suele identificar con el cinismo y la debilidad de carácter. cuanto más persusivas sean las evidencias que contradicen una determinada creencia, más virtuoso se considerará perseverar en ella. Honramos la fe.
Robert L. Park

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