sábado, febrero 18, 2006

Ecologismo, una religión política

A continuación reproduzco extractos de una conferencia escrita por Michael Crichton sobre el ecologismo como lo sentimos en la actualidad:
"Hoy quiero hablarles sobre ecologismo. Y para no ser mal interpretado, quiero hacer perfectamente clara mi creencia de que nos incumbe a todos conducir nuestras vidas de una manera que tome en cuenta las consecuencias de nuestras acciones, incluyendo aquellas para la otra gente, y las consecuencias para el ambiente.
Creo que el mundo tiene problemas genuinos, y creo también que puede y debería ser mejorado. Pero pienso también que decidir qué constituye una acción responsable es inmensamente difícil, y las consecuencias de nuestras acciones son difíciles de conocer con anticipación.
Estudié antropología en la universidad, y una de las cosas que aprendí es que ciertas estructuras sociales siempre reaparecen. No pueden ser eliminadas de nuestra sociedad. Una de esas estructuras es la religión. Hoy se dice que vivimos en una sociedad secular en donde mucha gente –la mejor gente, la gente más iluminada– no cree en ninguna religión. Pero creo que no se puede eliminar a la religión de la psiquis de la humanidad. Si de alguna manera es suprimida, simplemente emerge nuevamente bajo otra forma. Uno puede no creer en Dios, pero uno tiene siempre que creer en algo que le dé sentido a la vida, y forma a su visión del mundo. Esa creencia es religiosa.

Ecologismo, Ideología y Religión: una versión pervertida de las creencias Judeo-Cristianas

Actualmente, una de las religiones más poderosas en el mundo Occidental es el ecologismo. Parece ser la religión elegida por los ateos urbanos. ¿Por qué digo que es una religión? Bien, sólo mire a las creencias. Si uno observa con cuidado, se ve que el ecologismo es, de hecho, el trazado de un nuevo mapa para el Siglo 21, pervirtiendo las tradicionales creencias Judeo-Cristianas.
Existe un Edén inicial, un Paraíso, un estado de gracia y unidad con la naturaleza; hay una caída de la gracia a un estado de contaminación como resultado de comer del árbol del conocimiento y, como resultado de nuestras acciones, hay un Día del Juicio llegando para todos nosotros. Somos todos pecadores de la energía, condenados a morir, a menos que busquemos la salvación, que ahora parece llamarse “sustentabilidad”. La sustentabilidad es la salvación en la Iglesia del Ecologismo. Tal como la comida orgánica es su comunión, esa agua sin pesticidas que la gente correcta, con las creencias correctas bebe, es el vino del cáliz.
Por cierto, no quiero convencer a nadie de que abandone sus creencias, como no quiero convencer a nadie de que Jesucristo pueda no ser el Hijo de Dios que resucitó de entre los muertos. Estos no son hechos que se pueden discutir. Son asuntos de Fe.
Pero también así sucede, tristemente, con el ecologismo. De manera creciente, parece que los hechos comprobados no son necesarios, porque los argumentos ecologistas son acerca de creencias.
Y lo que sabemos ahora no apoya tanto a ciertos mitos del ecologismo, y sin embargo, esos mitos no mueren. Veamos algunos de ellos:
El Edén Perdido de los ecologistas no existió jamás.
No existe. Nunca existió. ¿Cuál fue el Edén del magnífico y mítico pasado? ¿Es acaso el tiempo en que la mortalidad infantil era del 80%, cuando 4 de 5 niños morían antes de los 5 años? ¿Cuándo una mujer entre 6 moría al dar a luz? ¿Cuándo la expectativa de vida promedio era de 40 años, como era en EEUU un siglo atrás? ¿Cuándo las plagas barrían el planeta, matando millones de un solo golpe? ¿Era cuando millones morían de hambrunas espantosas? ¿Era entonces cuando existía el Edén? ¿Y qué acerca de los pueblos indígenas, viviendo en un “estado de armonía” con ese Edén ambiental? Bueno, jamás lo hicieron. En este continente, la gente recién llegada que cruzó el puente de tierra, casi de inmediato se puso a barrer del planeta con cientos de especies de grandes animales, y lo hicieron varios miles de años antes de que el hombre blanco apareciese para acelerar el proceso. ¿Y cuáles eran las condiciones de vida? ¿Amables, pacíficas, armoniosas? Difícilmente: los pueblos primitivos del Nuevo Mundo vivían en un estado de guerra constante. Generaciones de odios, odios tribales, batallas constantes. Las tribus guerreras de este continente son famosas: los Comanches, Sioux, Apache, Mohawk, Aztecas, Toltecas, Incas. Algunos de ellos practicaban el infanticidio y sacrificios humanos. Y aquellas tribus que no eran ferozmente guerreras eran exterminadas, o aprendieron a construir sus poblados muy alto en los cerros para tener un cierto grado de seguridad.

“Espiritualismo” romántico

En menos palabras, la romántica visión del mundo natural como un Edén celestial es mantenida sólo por la gente que no tiene una real experiencia con la Naturaleza. La gente que vive en la naturaleza no son para nada románticos con respecto a ella. Pueden tener creencias espirituales sobre el mundo que les rodea, pueden tener un sentido de la unidad de la naturaleza o de la vida que existe en todas las cosas, pero aún siguen matando animales y arrancan plantas para comer, para vivir. Si no lo hacen, se mueren.
La verdad es, casi nadie quiere experimentar al verdadera Naturaleza. Lo que la gente quiere es pasar una o dos semanas en una cabaña en el bosque, con mosquiteros en las ventanas. Quieren un vida simplificada durante un rato, sin sus preocupaciones de la vida en la ciudad. O quieren un lindo viaje en una balsa por el río, por un par de días, con algún otro haciéndose cargo de cocinar. Nadie quiere realmente volver a la naturaleza de una manera real, y nadie lo hace. Es todo “charla”. Y a medida de que pasa el tiempo, y la población mundial se hace cada día más urbana, es una charla desinformada. Los granjeros saben de qué están hablando. La gente de la ciudad no. Es todo fantasía.

Predicciones y Profecías fracasadas sobre el Apocalipsis ecológico

Pero regresemos a la religión. Si el Edén es una fantasía que nunca existió, y la humanidad no era ni noble, ni bondadosa, ni amorosa, si nunca caímos de la gracia, entonces, qué hay del resto de la doctrina y preceptos religiosos? ¿Qué hay de la salvación, la sustentabilidad, y el Día del Juicio? ¿Qué hay del próximo Apocalipsis ambiental por los combustibles fósiles y el calentamiento global, si no nos ponemos de rodillas y conservamos energía cada día? Bueno, es interesante. Ustedes habrán notado que, últimamente, algo está ausente en la lista del Apocalipsis, de la letanía verde. Aunque los predicadores del ecologismo han estado aullando acerca de la sobrepoblación durante los últimos 50 años, en la última década parece que la población está tomando rumbos inesperados. Las tasa de fertilidad están cayendo casi en todas partes. Como resultado de ello, durante el curso de mi vida las cuidadosas predicciones de total de la población mundial han caído desde un máximo de 20.000 millones, a 15.000 millones, a 11.000 millones (que era la estimación de la ONU alrededor de 1990), hasta la actual de 9.000 millones; y pronto, quizás menos.
Está bien, los predicadores cometieron un error. Erraron con una predicción; son humanos, después de todo. ¿Y que hay con ello? Desgraciadamente, no es sólo una predicción. Es una jauría de ellas. Nos estamos quedando sin petróleo. Estamos agotando todos nuestros recursos naturales. Paul Ehrlich: 60 millones de Americanos morirán de hambre en los años 80. 40.000 especies se extinguen cada año. La mitad de las especies se habrán extinguido para el año 2000. Y más, y más, y más.
Con tantos fracasos pasados, usted creería que las predicciones ecologistas se harían más cautelosas. Pero no si se trata de una religión. Recuerde, el loco de la acera que carga un cartel prediciendo el fin del mundo no se retira cuando el mundo no se acaba el día esperado por él. Simplemente cambia el cartel, le pone una nueva fecha para el Día del Juicio, y regresa a caminar por las calles. Una de las características que definen a las religiones que sus creencias no tienen problemas con los hechos, porque ellas no tienen nada que ver con hechos.

¡La Prohibición del DDT mata! De manera que puedo hablarles de algunos hechos. Sé que ustedes no han leído nada en los periódicos sobre lo que voy a decirles, porque los periódicos literalmente no lo informan. Puedo decirles que el DDT no es cancerígeno, y no hacía que los pájaros muriesen, y que jamás debería haber sido prohibido. Puedo decirle que la gente que lo prohibió sabía que no era cancerígeno, e igualmente lo prohibió. Puedo decirles que la prohibición del DDT ha causado la muerte de decenas de millones de personas en el mundo, especialmente pobres y niños, cuyas muertes son directamente atribuibles a una insensible sociedad occidental.

El “fumador pasivo” no existe, es un mito, como el “efecto invernadero” y otras leyendas de los ecologistas.
Puedo decirles que el “fumar de segunda mano”, o “fumador pasivo”, no es un riesgo para la salud de nadie y jamás lo fue, y la EPA siempre lo supo. Puedo decirles que la evidencia sobre el calentamiento global por el supuesto “efecto invernadero” es, si lo hay, muchísimo más débil de lo que sus proponentes están dispuestos a admitir. Le puedo decir que el porcentaje del territorio de EEUU tomado para urbanización, incluyendo ciudades y caminos, es del 5%. Les puedo decir que el desierto del Sahara se está encogiendo, y que el hielo total de la Antártida está aumentando.

Dogmas inamovibles.
Los ecologistas son impermeables a los hechos


Quiero decir que es ahora tiempo de que hagamos un gran cambio en nuestro pensamiento acerca del ambiente, similar al cambio ocurrido hacia el Día de la Tierra de 1970, cuando esta conciencia fue elevada por primera vez a los titulares periodísticos del mundo. Pero ahora, tenemos que sacar al ecologismo fuera del contexto religioso. Tenemos que detener las fantasías míticas, y tenemos que detener las predicciones Apocalípticas. En vez de ello, tenemos que comenzar a hacer ciencia dura.

Hay dos razones por las que todos tenemos que librarnos de la religión del ecologismo.
Religión, y además Política.


1) Primero, necesitamos de un movimiento ambiental, y dicho movimiento no es muy efectivo si es conducido como una religión. Sabemos por la historia, que las religiones pueden matar gente, y el ecologismo ya ha matado entre 10 a 30 millones de personas desde los años ‘70. No es un buen prontuario.
El ambientalismo tiene que estar basado exclusivamente en una ciencia objetiva y verificable, necesita ser racional, y necesita ser flexible. Y necesita ser apolítica. Mezclar las preocupaciones ambientales con las frenéticas fantasías que tiene la gente sobre uno u otro partido político, es desconocer la fría verdad: que hay muy poca diferencia entre los principales partidos políticos, excepto en la retórica demagógica.
2) La segunda razón para abandonar a la religión ecologista es más apremiante. Las religiones creen saberlo todo, pero la infeliz verdad del ambiente es que estamos manejando sistemas increíblemente complejos, que evolucionan de manera constante, y usualmente no sabemos cuál es la mejor manera de actuar.
Necesitamos se humildes, profundamente humildes, en la cara de lo que estamos tratando de hacer. Necesitamos probar varios métodos de lograr las cosas. Tenemos que ser abiertos de mente acerca de la reevaluación de los resultados de nuestros esfuerzos, y necesitamos ser flexibles en el balance de las necesidades. Las religiones no son buenas haciendo nada de estas cosas.

¿Cómo haremos para sacar al ambientalismo fuera del control de la religión, y de regreso a la disciplina científica? Hay una simple respuesta: tenemos que implementar requerimientos mucho más estrictos para lo que constituye el conocimiento en el ámbito de la ecología. Estoy realmente cansado de los así llamados “hechos” politizados que simplemente no son verdad. No se trata de que estos “hechos” son exageraciones de una verdad subyacente. Tampoco se trata de que ciertas organizaciones están hilando su caso para presentarlo de la manera más impactante. Nada de ello: lo que más y más grupos están haciendo, es emitir mentiras, puras y simples. Falsedades que ellos mismos saben que lo son.
Esta tendencia comenzó con la campaña contra el DDT, y persiste hasta hoy. En este momento, la EPA esta total y desesperadamente politizada. En el ocaso de Carol Browner, lo mejor sería cerrarla por completo y comenzar de nuevo. Lo que necesitamos es una nueva organización mucho más cercana a la FDA. Necesitamos una organización que sea inflexible con respecto a la adquisición de resultados verificables, que financiará proyectos de investigación idénticos a más de un grupo, y que haga que todo el mundo en este campo se vulva honesto. Y rápido.
Porque al final, la ciencia nos ofrece la única salida fuera de la política. Y si permitimos que la ciencia se politice, entonces estamos perdidos. Ingresaremos a la versión de Internet de la Edad Oscura, una era de cambiantes miedos y perjuicios, transmitidos a un público que lo ignora todo. Ese no es un buen futuro para la raza humana. Ese es nuestro pasado. De modo que es tiempo de abandonar esta religión del ecologismo, y regresar a la ciencia del ambientalismo, y basar firmemente nuestras decisiones sobre políticas públicas en dicha ciencia. "

Michael Crichton
San Francisco , Septiembre 15, 2003

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