El martes 6 de junio vi y escuché muy atento el debate entre los candidatos presidenciales. El formato me pareció muy aburrido y poco eficiente para dar lugar a la réplica.
Una vez más, Felipe Calderón se desbordó por la descalificación sin más. Pero analizándolo bien es una actitud muy acorde a él. Después de todo, no tiene nada que presumir. Felipe Calderón no hace una lista de sus logros porque sencillamente no los tiene. Entonces para él es natural irse por la crítica hacia los adversarios, apostarle a la pérdida de confianza a los otros candidatos antes que afianzar la confianza hacia su persona. Y una vez más, miente. Durante el debate se deslindó de dos hechos que van a marcar su carrera política para siempre. Primero su participación en la conversión del FOBAPROA en deuda pública, en segundo, el caso de tráfico de influencias en beneficio de su cuñado.
Con respecto al FOBAPROA, sólo quiero apuntar que en el 98 no era ese discurso el que abrazaba Calderón. Incluso se llamaron “responsables” de este asunto pues fue el PAN el que presenta la iniciativa de ley a la Cámara de Diputados. Incluso mencionó el libro que escribió AMLO sobre el tema, el cual le dedica un capítulo completo a la participación del PAN en este asunto, y que se titula “La responsabilidad histórica del PAN”. Me permito reproducir algunos párrafos de éste capítulo:
“Pocas veces se había logrado un movimiento ciudadano de rechazo a una decisión gubernamental como el que se dio alrededor del Fobaproa. En encuestas nacionales, no sólo en la consulta, la mayoría del pueblo rechazaba la iniciativa del gobierno de legalizar el atraco que significa el Fobaproa. Pero esta voluntad mayoritaria chocaba con los intereses creados en el interior del Partido Acción Nacional.
Cabe decir que todos los partidos políticos se mueven por ideales y por intereses, pero en algunos, a la hora de la hora, pesan más los intereses que los ideales. Es obvio que el Partido Acción Nacional coincide con la política económica del gobierno, lo cual resulta lógico y entendible. Pero es inadmisible que esta afinidad lleve hasta la aceptación tácita de actos de corrupción y se asuma el papel de cómplice.
La postura de los integrantes del PAN fue ambigua desde el principio. Primero, cuando los invitamos a participar en la consulta, nos respondieron que sus legisladores iban a actuar en consecuencia y que no eran partidarios de politizar el asunto del Fobaproa.
El 14 de junio, Felipe Calderón, presidente de ese partido, nos comunicó en una carta:
Tanto el Comité Ejecutivo del Partido Acción Nacional como sus grupos parlamentarios están trabajando no sólo en las auditorías ordenadas por la Comisión que preside nuestro compañero Fauzi Hamdam, las cuales llevaremos hasta sus últimas consecuencias legales, sino también para ofrecer al pueblo de México la solución más justa al ominoso caso del Fobaproa.
Posteriormente, cuando dimos a conocer las listas, Vicente Fox pegó el grito en el cielo al preguntar, con su estilo: “¿Por qué el PRD desnuda, le baja los calzones a cientos de empresas y las exhibe ante el pueblo de México...?”
(López Obrador, Andrés Manuel: “Fobaproa: Expediente abierto”. México, D.F. Editorial Grijalbo, 1999).
Una nota al calce: Cuando el PRD da a conocer la lista de beneficiados, el presidente del Consejo Coordinador Empresarial demanda a AMLO por daño moral (estas demandas se diluyen por si solas ante el peso de la evidencia). Cualquier coincidencia con el presente es mera coincidencia.
Aún así, Felipe Calderón queda en segundo lugar en mi percepción. Porque su discurso golpista y la negativa de AMLO a contestarle se perciben como si AMLO no tuviera argumentos para responder.
En el caso de AMLO, me pareció irritante que en la mayor parte del debate no se dignara a contestarle a Calderón. A pesar de que dio prioridad a la exposición de sus propuestas, acertadamente subraya dos asuntos que Felipe no ha querido tocar. Primero, su participación en el caso FOBAPROA y que sólo niega sin más (sin sacar libros marcados, ni fotos de candidatos a senadurías). Y luego el más devastador, el tráfico de influencias a favor de su cuñado, dueño de una empresa que crece de manera meteórica a partir de la llegada del PAN al poder. Al igual que en el caso de los hijos de Marta, primero se dan baños de pureza; pero al igual que en el caso Bribiesca, este asunto probablemente termine en una Comisión de la Cámara de Diputados. Los hechos incuestionables son dos:
1)
La empresa Hildebrando comienza un crecimiento meteórico a partir de la llegada del PAN al poder. Llegando a acumular 2 mil 500 millones de pesos en ingresos en 5 años. Un hecho que ni siquiera han ocultado en su página web pero que si niegan en el comunicado de prensa que aparece en el mismo portal:
http://www.hildebrando.com.mx/phAnalisisComparativo.jsp
2)
Durante la gestión de Calderón al frente de la Secretaría de Energía, se otorgan contratos a Petróleos Mexicanos por al menos 8 millones de pesos (como el mismo cuñado ha aceptado), lo que viola el artículo 50 de la Ley de Adquisiciones, Arrendamientos y Servicios del Sector Público. A pesar del comunicado recientemente emitido por PEMEX, el Diario Oficial de la Federación da fe de estos contratos. El más famoso número 4700001803 (y que es por 60 millones de pesos) y que también se podía verificar en el sitio web del gobierno COMPRANET hasta hace unos días, y que desde ayer ya sólo contiene la información del año 2005 y lo que va del 2006.
Estos casos nos dan evidencia de una élite empresarial profundamente vinculada y dependiente del poder político. Empresas que se benefician de sus vínculos con el Estado y no ven nada malo en hacerlo. Pero sobretodo, empresas hipócritas que enarbolan la bandera del libre mercado pero no dudan en hacer competencia desleal.
Calderón sale con una imagen muy dañada después de este intercambio, sus manos otrora “limpias” se vieron embarradas en el lodazal creado por su propia familia.
El debate se lo pudo haber llevado Calderón pero el posdebate se lo doy a AMLO.
Al final, el gran ganador del debate fuimos nosotros, los ciudadanos. Ahora somos un poquito más sabios y estamos un poquito mejor informados sobre quién es cada uno de los candidatos y los intereses que representan.
Fernando Velázquez
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