viernes, agosto 25, 2006

Enseñando a los cerdos a cantar

Traducción libre de un relato de Harriet Hall

Un escéptico se encuentra con psíquicos, astrólogos y otras extrañas criaturas y descubre de primera mano su reacción ante la ciencia y la razón.

Sabía que no había esperanza en hacer cambiar de parecer a ningún verdadero creyente, pero pensé que habría al menos unas cuantas personas que no rechazarían los hechos.

Mis amigos escépticos me lo advirtieron: “Nunca intentes enseñar a un cerdo a cantar; es desperdiciar tu tiempo e irritar al cerdo”. Yo sabía eso, pero no creí que aplicara en este caso.

Ese fue el inicio de una odisea donde conocí una extraña raza de gente que cree en ángeles pero no en gérmenes. Casi destruye mi fe en la razón humana.

Escuché a un practicante de Feng Shui explicar por qué es una ciencia, para luego pasar a practicos consejos sobre la orientación de la cama. Recomendaba que la cabecera de la cama apuntara al norte. Le pregunté si se refería al norte magnético o al geográfico; dudó un poco pero aseguró que al magnético pues el Feng Shui “trata con fuerzas de tipo magnéticas”. Le pregunté que le aconsejaría a un habitante del norte magnético pues en la posición que fuera, su cama siempre estaría apuntando al sur. Su única respuesta fue: “Pero bueno, ¡qué pregunta tan interesante!”.

El tipo del Feng Shui también vendía “inofensiva” medicina china. Uno de sus remedios “seguros” era un analgésico llamado Lemonin. Leí en la etiqueta que era una mezcla muy cara de paracetamol, cafeína y vitamina C. Por supuesto, el sujeto no alertaba a sus víctimas (perdón, quise decir clientes) que tomar Tylenol y Lemonin podría resultar en una sobredosis fatal.

Un quiropráctico insistía en que los recién nacidos necesitaban un reajuste quiropráctico inmediato, pues sus cuellos eran estirados al doble de la longitud normal durante el parto, incluso si era por cesárea. Le dije que no era verdad pues un estiramiento de esa magnitud no sería posible sin matar al bebé.

Otro quiropráctico explicó que él no creía en los gérmenes, porque si los gérmenes causaran enfermedades, todos estaríamos muertos. La única razón por la que la gente enferma es porque su columna no está debidamente alineada.

Un par de autollamados “intuitivos” (psíquicos) hicieron algo de lectura en frío amateur. Uno explicó que sus aparentes fallas eran en realidad aciertos hacia el futuro, y que sus “intuiciones” no percibían el tiempo. El otro nos dijo que podía ver ángeles a nuestro lado (en psiquiatría, a esto se le llama alucinación y es una señal de enfermedad mental).

He aquí algunos comentarios sorprendentes que escuché:

“Una molécula producida por una planta es natural, así que debe ser mejor que la misma molécula hecha en un laboratorio”.

“Tuve que dejar mi remedio homeopático para dormir porque me causaba efectos secundarios”. (¿El agua causa efectos secundarios?)

“Sé que mi dolor de cabeza no se fue por un efecto placebo, porque yo hubiera sido capaz de decir si fuera sólo un placebo”.

“La verdad no importa”.

“Lo que es verdad para ti puede no serlo para mi, está bien si disentimos”.

“Creamos nuestra realidad”.

En este punto, tengo que reconocer que esta gente no habita mi universo. Rechazan el método científico, no les importa la verdad objetiva, y son felices con supersticiones. Intenté comprenderlos y fallé. Encuentro la ciencia y la realidad mucho más excitante que la superstición.

En un sentido, esa gente es la norma y yo la anomalía. Las mentes no están hechas para cambiar fácilmente. La humanidad se las ha arreglado muy bien con el instinto, pensamiento mágico y la superstición por mucho tiempo. El método científico es una innovación reciente; no es fácil; y no se da de manera natural.

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