martes, noviembre 08, 2005

Los caminos de la vida

El ser humano es un animal gregario. Sus acciones están irremediablemente unidas a su medio y su interacción con los de su misma clase. Es en ese sentido que toda nuestra actividad resulta banal; la búsqueda de pertenencia a un grupo (cualquiera que sea su denominación) nos hace penosamente frívolos. Incluso la práctica de una actividad tan pura como la ciencia está plagada de enemistades y lealtades sobreentendidas entre sus practicantes. Los grupos marginales o ilegales son también individuos buscando pertenencia y aceptación.
Esta interacción de grupos hace de las relaciones humanas totalmente amorales, bajo esa premisa se construye el relativismo cultural. Este mismo relativismo elabora también los conceptos de bien y mal. La polarización de las emociones es un proceso de abstracción muy común en el hombre, el quehacer cotidiano supone una cotinua sucesión de decisiones que ponen a prueba la fortaleza del edificio moral que construimos, continuos dilemas que modifican la percepción que tenemos sobre el mal.
La historia de la humanidad está llena de estos relativismos morales, nuestro pasado ha sido labrado con la sangre de aquellos que terminaron por ser minoría en sus construcciones éticas. Las cosas han cambiado desde el pasado siglo. Las imposiciones que los gobiernos y religiones nos habían impuesto has sido sucesivamente cuestionadas y finalmente derrrumbadas para dar paso a una diversidad de ideas que coexisten, en vez de competir.

José Fernando Velázquez Damián

No hay comentarios.: