sábado, diciembre 10, 2005

Sobre la distinción entre visiones verdaderas y falsas

"Una mente crédula... encuentra el mayor deleite en creer cosas
extrañas y, cuanto más extrañas son, más fácil le resulta creerlas; pero nunca
toma en consideración las que son sencillas y posibles, porque todo el mundo
puede creerlas."
Samuel Butler
Durante un breve instante noto una aparición en la habitación en penumbra: ¿podrá ser un fantasma?. Estas experiencias son habituales, y normalmente nos mostramos inseguros sobre qué hacer a continuación.
La respuesta depende en gran medida del entorno, los amigos, las personas queridas y la cultura. En una sociedad de una rigidez obsesiva y de orientación práctica, seguramente yo mostraría prudencia a la hora de admitir estas experiencias. Me pueden tildar de frívolo, demente, poco fiable. Pero en una sociedad que se apresura a creer en fantasmas, relatar este tipo de experiencias podría merecer aprobación e incluso prestigio.
Mejor atestiguadas son las apariciones de santos, especialmente de la virgen María en la Europa Occidental desde finales de la época medieval hasta la moderna. Quizá las más conocidas sean las de Juana de Arco en Francia y Girolamo Savonarola en Itallia.
Un caso típico es el de una mujer o niña campesinas que dicen haber encontrado a una niña o mujer extremadamente pequeña que se le revela como la virgen María, la Madre de Dios. Esta le pide a la sorprendida(o) testigo que vaya a las autoridades civiles y de la Iglesia locales y les ordene decir plegarias por los muertos, obedecer los mandamientos o construir un santuario en aquel mismo lugar.
La testigo intenta hacer lo que le dicen. Pero cuando informa a su padre, su marido o el cura, le ordenan que no cuente la historia a nadie. Así, ella no dice nada. Días después se le vuelve a aparcer María, un poco molesta porque no se ha honrado su petición.
-No me creerán-se lamenta la testigo-.Dame una señal-
Se necesita una prueba.
Así, María-que por lo visto no había previsto que tendría que proporcionar una prueba-le da una señal. Los del pueblo y el cura se convencen en seguida. Se construye el santuario. Ocurren curaciones milagrosas en la vecindad. La economía local mejora.
Las señales que supuestamente proporcionaba María, las cosas que se ofrecían y que se consideraban irresistibles eran cosas como una vela ordinaria, un trozo de seda o una piedra magnética; un pedazo de ladrillo de color;huellas; una recolección extraordinariamente rápida de cardos por parte de la testigo; una sencilla cruz de madera hincada en la tierra.
¿Por qué las admonciones son tan prosaicas?¿Por qué es necesaria la aparición de un personaje tan ilustre como la Madre de Dios para que en un pequeño lugar poblado por uno miles de almas se reconstruya un santuario o el populacho deje de maldecir?¿Por qué no entregan mensajes importantes y proféticos cuya significación se pueda reconocer en años posteriores como algo que sólo podía ser emanado de dios o los santos?¿No habría potenciado esto en gran manera la causa católica en su lucha a muerte contra el protetantismo y la Ilustración?. Pero no se sabe de apariciones que adviertan a la Iglesia, por ejemplo, contra la ilusión de un universo centrado en la Tierra, o que censuren la complicidad con la Alemania nazi.
Ni un solo santo criticó la práctica de la tortura y quema de brujas y herejes. ¿Por qué?¿No eran concientes de lo que ocurría?¿No eran capaces de captar su maldad?¿Y por qué María siempre da órdenes al pobre campesino de informar a las autoridades?¿Por qué no las amonesta ella misma?O al rey. O al Papa.
Las señales o supuestas pruebas, no son algo que los humanos no puedan adquirir o fabricar por su cuenta. Ciertamente, María parece contraria a la necesidad de pruebas y, ocasionalmente, está dispuesta a curar sólo a los que habían creído antes de las señales. Y mientras no hay terapeutas, se extiende por la sociedad una influyente red de curas parroquiales y jerarcas que tienen un interés personal en la realidad de las visiones.
Carl Sagan

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